Carta a los Amigos del Centro Aletti

Después de varios meses nos dirigimos a todos vosotros para agradeceros la cercanía que, verdaderamente tantos y de muchas maneras, nos habéis mostrado durante este tiempo.

La verdad no es violenta, no es agresiva, por eso esperamos pacientes y confiados a que se revele, sabiendo que hay un momento para cada cosa.

Muchos de vosotros nos habéis preguntado cómo continuará la obra artística que hemos iniciado y llevado a cabo durante tantos años, y nos habéis recordado -confortándonos- la gran ayuda que esta obra ha dado a la comunidad cristiana.

Como bien sabéis, en todos estos años el Centro Aletti ha buscado trabajar en un modo eclesial. Tratándose de arte litúrgico, el modo de hacerlo sólo puede ser comunional, donde cada uno crea y trabaja junto a los demás, y este crear y trabajar juntos significa transmitir los unos a los otros el don recibido. Éste es el modo en el que emerge la vida en el cuerpo eclesial. El amor con el que cada uno trabaja es el que hace extraordinario el aporte de todos, transformándolo en una obra común, una sinergia libre que se comunica como un don abierto.

Por ello recordamos que, tras largos años de trabajo codo a codo, el Taller de Arte está ahora siendo llevado adelante por un equipo directivo, capaz de asumir la responsabilidad de emprender una obra, tanto desde el punto de vista teológico-litúrgico y artístico-creativo, como desde el ámbito técnico-administrativo. Esto nos permitirá cumplir con todos los compromisos adquiridos hasta ahora y asumir otros nuevos.

En los largos años de trabajo del Taller de Arte, muchos de vosotros habéis visto trabajar al equipo de artistas. En cada labor emprendida nos han dicho que la obra realizada expresaba el modo en que se trabajaba, que era aún más hermoso que la obra misma. Somos conscientes de que todo esto no es mérito nuestro, sino un don de Dios para ser acogido y cuidado, y por el que estamos inmensamente agradecidos. En esta gratitud está entretejida también la confianza de todos aquellos con quienes hemos trabajado en los últimos años y trabajamos ahora, al igual que la de cuantos se han alimentado en la fe y la esperanza a través de estas obras.

Con esta gratitud seguimos confiando en el Padre, de quien procede todo bien.

Maria Campatelli

y el equipo del Centro Aletti