LETTERA ES 24 07

Carta a los Amigos del Centro Aletti (24/07/2024)
Queridos amigos,
Gracias por cómo nos habéis acompañado día a día durante estos ya casi 20 meses de prueba que estamos atravesando. Estas palabras van dirigidas a todos vosotros que nunca habéis dejado de mostrar vuestra amistad y apoyo espiritual al Centro Aletti en su conjunto y a cada uno de nosotros personalmente. Es también gracias a esta solidaridad vuestra que, a pesar de todo, experimentamos la fuerza y la luz que nos dan tanta gracia, la comunión entre nosotros y la confianza serena en las manos de Dios. Es precisamente esta amistad la que nos ayuda a poner la otra mejilla y superar las dificultades cuando incluso el arte se convierte en objeto de ataque y de voluntad de destrucción. Por eso, en este tiempo de prueba que persiste, sentimos el deber de volver a agradeceros porque continuáis a llevar junto a nosotros el peso de esta adversidad.
Mientras esperamos el resultado del proceso en curso (en el que se está evaluando la consistencia y veracidad de las acusaciones contra el P. Marko Rupnik, que en las sedes correspondientes ha negado siempre firmemente haber cometido los abusos de los cuales sus denunciantes lo acusan), como sabéis hemos decidido abstenernos de cualquier defensa pública, limitándonos a presentar oportunamente toda la información en nuestro poder ante los órganos competentes. Lo hemos hecho por respeto a las denunciantes, a este proceso y a los órganos encargados del mismo, evitando participar en un juicio mediático.
Sin embargo, ante la creciente presión para que se retiren las obras creadas por el Centro Aletti, nos sentimos en el deber de expresar nuestra gran preocupación por la difusión de la llamada “cancel culture” y de un modo de pensar que legitima la “criminalización” del arte. Por eso, en este contexto, nos parece oportuno recordar lo siguiente:
– Una de las normas jurídicas más elementales es la presunción de inocencia. Olvidarnos de esto lleva a la contradicción de exigir una condena inapelable antes de la sentencia, pidiendo el sacrificio de un chivo expiatorio en nombre de las víctimas en sentido genérico. Siguiendo esta lógica, en el caso concreto del P. Rupnik, cualquiera que haya sufrido un agravio o violencia de parte de algún representante de la Iglesia puede sentirse legitimado a considerarse ofendido por el arte creado por el Atelier del Centro Aletti. Pero no es a través de la injusticia como se puede obtener la justicia. Lo que no tiene su origen en la bondad, no puede generar frutos buenos.
– Todos los que nos piden la realización de nuestras obras experimentan que el arte realizado por el Atelier del Centro Aletti no lleva la firma de una sola persona, sino que tiene como único autor la comunión de oración y creatividad de decenas de artistas y teólogos que participan activamente en cada uno de los proyectos, desde el principio en sinergia con la comunidad eclesial local que ha deseado la obra, que ha colaborado en su concepción teológica y ha recogido después sus frutos espirituales. Toda obra, al tener un origen eclesial, encuentra su realización vital en la misma Iglesia.
– El quitar una obra de arte nunca debe considerarse como un castigo o como una sanación. Tampoco puede imaginarse tal medida como un “castigo” público a una de las personas implicadas en una obra común. Si bien la atención pastoral a las personas que sufren es necesaria y legítima, no puede convertirse en la justificación para retirar o cubrir obras de arte, porque al hacerlo se crea más sufrimiento, no sólo de los artistas y teólogos que participaron en su creación, sino también de tantos creyentes que a través de estas obras han podido contemplar la Palabra de Dios, a menudo en un momento difícil de sus vidas.
Por tanto, sigamos viviendo este tiempo conscientes de que el núcleo fundamental de la vida cristiana es el misterio pascual. Permaneciendo en silencio y en oración, incluso por aquellos que nos acusan, tratemos de unirnos cada vez más verdadera y vivamente al Cristo pascual. Sigamos confiando en el Señor y encomendándonos a sus manos, creyendo que en todo esto se realiza el designio de su providencia, experimentando que las dificultades del momento presente han sido un modo de tomar mayor conciencia de la comunión que nos ha sido dada como don. Es esta comunión la que nos sostiene, la que nos ayuda a mantener nuestros corazones limpios de resentimiento y la que alimenta la esperanza de que un día también se nos permitirá descifrar con mayor claridad lo que el Espíritu ha querido decir a través de esta historia, para nosotros y para la Iglesia.
María Campatelli
y el equipo del Centro Aletti